Todos los sistemas de telecomunicaciones modernos tienen
algo en común más allá de los principios anatómicos que describíamos en la entrada anterior: que la comunicación se realiza siempre a través de ondas.
Nada de palomas mensajeras, botellas o furgonetas; los únicos vehículos que
pasan hoy en día (en realidad, desde hace ya más de 150 años) por las mentes de
científicos e ingenieros son las ondas. Pronto explicaremos que todo pasa por
darles la forma adecuada a fenómenos tan familiares como el sonido y la luz...
aunque al hacerlo no oigamos ni veamos nada. Pero antes, veamos qué son las
ondas y cómo podemos montar información sobre ellas.
Ideas básicas
Al hablar de ondas, es probable que tu pensamiento se dirija
a las olas del mar. No vas mal encaminado, pero ahí intervienen muchas más
cosas además del fenómeno físico que nos interesa: el viento, el relieve, las
mareas, etc. Sin salirnos del agua, la esencia de lo que es una onda prácticamente
aislada de cualquier otro fenómeno es lo que se ve en el siguiente vídeo:
Al impactar la piedra en el agua se desplazaron súbitamente
algunas de esas moléculas de H2O, que primero empujaron a otras moléculas de su
alrededor hacia abajo y luego tiraron de ellas para arriba en su intento de
volver al punto de reposo (esto es, a donde corresponde para nivelar el líquido
del estanque). Este efecto de arrastre se repite en todos los puntos que se van
viendo alterados, lo que da lugar a esas ondas circulares que vemos cómo se han
ido alejando desde el lugar donde cayó la piedra, hasta hacerse imperceptibles.
Y aunque en el vídeo sólo se observa lo que pasa en la superficie, sucedió lo
mismo en todas las direcciones dentro del agua, de modo que un cangrejo que
anduviera por el fondo se habría enterado de la caída de la piedra y
huido del lugar. Es más, si tú has podido oír un "¡plop!" es porque
desde el mismo punto de impacto se generaron otras ondas –seguro que sabes
ponerles nombre– que viajaron por el aire, también en todas direcciones.
Fíjate que, pasado un tiempo desde el lanzamiento de la
piedra, el agua vuelve a estar en reposo. El estanque, al igual que la
atmósfera por encima de él, queda tal y como estaba antes. Las ondas no han
cambiado de sitio ni el agua ni el aire; sólo han transportado energía en todas
direcciones desde el punto de impacto. Esa energía, proveniente de las células
del operario del tirachinas, pasó primero a la goma estirada y luego a la
piedra en movimiento, para terminar transformándose en la energía sonora que se
distribuyó por el agua y el aire gracias a un fenómeno de propagación que viene
de serie con este Universo: las ondas.
Obviamente, las ondas no las hemos inventado nosotros;
simplemente están ahí, como la gravedad, pero podemos sacarles partido. Si
somos capaces de generar ondas que representen cierta información, ésta viajará
montada sobre ellas en todas las direcciones en que se propaguen. Bastará
entonces con poner un elemento capaz de captar energía para poder decir que
tenemos telecomunicación. Por ejemplo, dos ornitólogos situados en puntos
opuestos del estanque del vídeo pueden acordar un código para intercambiar
avisos: el "¡plop!" de una piedra significa "¡atención, un
chochín!", dos "¡plop!" seguidos significan "¡atención, una
polla de agua!" y tres significan "¡atención, un avión!"
–aprovechamos el guiño para recomendar una visita al blog del increíble ÁngelFebrero). Las ondas generadas por sucesivos lanzamientos se encargan por sí
solas de hacer llegar energía sonora a los oídos del receptor. Una vez allí,
los tímpanos del susodicho convierten una porción de dicha energía (la que
captan sus orejas) en energía mecánica (movimientos de los huesecillos del oído
medio), que finalmente se convierte (por obra y gracia del órgano de Corti del
oído interno) en energía eléctrica que llega al cerebro a través de los nervios
auditivos.
Recordando conceptos de la entrada anterior, en este ejemplo
debería quedar claro que el aire ha proporcionado un canal para la
comunicación, mientras que las ondas han sido el vehículo. La modulación se
hace a base de tirar piedras a un estanque, mientras que la demodulación corre
a cargo del sistema auditivo humano. Entendido eso, podemos pasar a explicar
los principales conceptos que permiten caracterizar a las ondas.
Anatomía de las ondas más simples
Las ondas llevan aparejadas oscilaciones de alguna magnitud
física: nivel de un líquido, presión acústica, corriente eléctrica, etc. En su
forma más simple (la que veíamos en el vídeo del estanque) esas oscilaciones
definen crestas y valles, que son los puntos donde se registran los valores
máximo y mínimo de la magnitud en cuestión en cada momento.
Oscilación de un punto al paso de una onda. |
Tirando del ejemplo del estanque, la altura de las crestas
con respecto al nivel del agua en reposo se conoce como amplitud de la onda.
Esta medida está directamente relacionada con la energía que transporta la
onda. Es lógico: para tirar un guijarro al agua consumes muy poca energía, lo
que hace que aparezcan ondas muy tenues, de muy poca amplitud; en cambio, para
tirar un menhir te hace falta una grúa, y toda la energía que inviertes en
levantar semejante mole da lugar a unas olas enormes.
No pierdas de vista que las crestas y los valles se
desplazan a medida que se propaga la onda. Así, si en un momento dado en un
punto hay una cresta, de allí a poco el punto vuelve a su posición de
equilibrio (a la altura que tendría el agua en reposo), luego pasa a ser un
valle, vuelve a la posición de equilibrio, vuelve a ser una cresta... y así
mientras no cese la onda. En ese punto se van midiendo valores que, a lo largo
del tiempo, dibujan curvas como las de la siguiente figura, que reciben el
nombre de sinusoides. El número de oscilaciones que se producen en un segundo
se denomina frecuencia: una onda que oscila rápido tiene mayor frecuencia que
una que oscila despacio.
Sí, todo eso está muy bien, pero... ¿dónde está la información?
Viendo las oscilaciones que tenemos dibujadas más arriba,
cualquiera pensaría “mmm... a mí esto no me dice nada”. ¿Dónde está la
información que transportan las ondas? ¿Cuánta información transporta una onda
de esas, si es que transporta alguna? Para responder a esto necesitamos echar
mano del lenguaje que mejor nos permite describir y comprender el mundo: las matemáticas.
No te asustes, que lo que viene es sencillito.
La fórmula matemática de una sinusoide es la siguiente:
- A es la amplitud de la onda, expresada en las unidades de la magnitud física que oscila (en el caso de las ondas en el estanque, serían unidades de altura como metros, centímetros, pulgadas o yardas).
- sin(...) es la función "seno", la piedra angular de la trigonometría. Por ahora nos llega con ver el seno como poco más que el signo +, es decir, como una operación, algo que devuelve un número u otro en función de lo que se le ponga entre los paréntesis.
- 2π (leído "dos pi") es el número que resulta de multiplicar el famoso 3,14159265... por 2.
- f es la frecuencia de la onda, expresada en oscilaciones por segundo (herzios, Hz).
- t es el tiempo, lo que hace que las cosas se muevan.
Para ser exactos, hay que decir que una sinusoide tiene algo
más que amplitud (A) y frecuencia (f). En la fórmula anterior falta un
parámetro denominado fase, que nos indica el estado de oscilación que se
observaba en el momento de empezar a contar el tiempo: ¿teníamos una cresta, un
valle o un cierto valor a medio camino entre una cosa y la otra? Esa
información se mete en la fórmula como un parámetro φ (leído "fi"):
Expresión matemática completa de una sinusoide. |
A la vista de esta fórmula, podemos decir que de las ondas que hemos considerado hasta ahora sólo podemos sacar tres números: sus valores de amplitud, frecuencia y fase. Son tres números que nos pueden decir algo, pero no parece gran cosa, ¿no?
La clave para transmitir más información pasa por utilizar
ondas con formas más complejas que esas sinusoides. A modo de ejemplo, si tocas
un Re con un piano, las oscilaciones que llegarán a tu oído durante una décima
de segundo tendrán la forma que se muestra en la parte superior de la siguiente
figura. En cambio, si tocas la misma nota con una flauta, tu oído detectará la
forma de onda de la parte inferior. Son formas de onda claramente distintas, y
es precisamente ahí donde está la información que nos permite diferenciar el
sonido de los dos instrumentos.
Una décima de segundo de un Re con piano (arriba) y con flauta (abajo). |
Desde hace ya casi dos siglos, gracias al trabajo del
matemático y físico francés Jean-Baptiste Fourier (entre otros), sabemos que
cualquier forma de onda, por compleja que sea, se puede expresar como
combinación de múltiples sinusoides de diferentes frecuencias, amplitudes y
fases. Matemáticamente, cualquier onda se puede expresar como suma de varias
fórmulas como la de antes. Cuantas más sinusoides se combinen (controlando
debidamente sus tres parámetros) más información transportará la onda
resultante. La siguiente figura, por ejemplo, muestra la forma de onda
resultante de combinar dos sinusoides de la misma amplitud y frecuencias
distintas.
Ondas como esta última las escuchamos cada vez que pulsamos
un botón en un teléfono. Son los llamados tonos DTMF: 12 combinaciones
distintas de frecuencias para representar los números del 0 al 9, más el
asterisco (*) y la almohadilla (#). Vemos, pues, que jugando sólo con las
frecuencias de dos sinusoides podemos diferenciar 12 cosas distintas, que
vienen a ser 12 mensajes. Si considerásemos más valores de frecuencias, si
jugásemos también con sus valores de amplitud y fase, y si combinásemos más de
dos sinusoides, podríamos diferenciar muchas más cosas, multiplicando la
cantidad de información transmitida.
Pulsa para mostrar un applet con el que escuchar las 12 combinaciones del DTMF. |
El hecho de poder descomponer cualquier onda en un conjunto
de sinusoides que responden a la fórmula de antes es la madre del cordero en
telecomunicaciones, ya que nos permite estudiar sistemáticamente el comportamiento de este vehículo natural que son las ondas. Ya tendremos tiempo de explicar cómo y para qué se usa ese aparato matemático, pero no
pierdas de vista que la información viaja en la forma de las ondas y que matemáticamente
todo se traslada a juegos con amplitudes, frecuencias y fases.
Gracias Martín la verdad es que lo explicas genial, un blog como este es una excelente idea! Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias, Ángel. Ni te imaginas la leña que me da Gabriel (@vigoexiste) al preparar las líneas argumentales, que a veces me despisto del rigor científico.
EliminarNo será para tanto :-P
EliminarDe todas formas está muy bien reescrito a partir de nuestro ya re-revisado texto original. Está re-bien :-)
Excelente información!!! Muchas gracias
ResponderEliminarEncantado de que te guste.
EliminarNos hemos mudado a http://telecomunicacionesdeandarporcasa.wordpress.com ¡Síguenos allí!